Tijuana en la cuerda floja: Impacto de la Ley General de Aguas en el acceso al aguaEricks Webs DesignEricks Webs Design

La reciente aprobación de la Ley General de Aguas en México ha encendido alarmas en el sector agrícola y ha puesto bajo el reflector a ciudades como Tijuana, cuya disponibilidad de agua depende en gran medida de los recursos del Distrito de Riego 014 de Mexicali. Aunque el debate a nivel nacional se ha centrado en los productores del campo, los efectos de esta ley pueden extenderse a toda la costa de Baja California, donde millones de habitantes dependen del acueducto Río Colorado para su abastecimiento de agua.

Tijuana consume anualmente 140 millones de metros cúbicos de agua, pero solo tiene asignación directa de 80 millones del Río Colorado. La diferencia, que representa casi la mitad de su consumo total, debe ser adquirida de agricultores del Valle de Mexicali, quienes transfieren parte de su cuota a través del Distrito de Riego 014.

El director de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana, Jesús García Castro, explica la dinámica actual:
“Es agua que se recibe, pero cuando se recibe, ustedes saben que es agua que no está regularizada. La regularización o legalización se realiza a través de estos distritos de riego o de los ejidatarios.”

Esa “regularización” es precisamente la que se ve amenazada con la nueva Ley General de Aguas, la cual restringe o incluso prohíbe la venta o cesión de derechos de agua de forma privada, una práctica que ha sido fundamental para que Tijuana pueda equilibrar su déficit hídrico.

Desde el gobierno, la reforma se presenta como un medio para priorizar a las ciudades con mayores necesidades, garantizar el acceso al agua para consumo humano y mejorar la sustentabilidad del sistema hidráulico.

Así lo señala García Castro:
“Estas modificaciones a la ley federal están destinadas a apoyar a las grandes ciudades y a las grandes necesidades que enfrentamos en esta ciudad semidesértica. Por lo pronto, no poseemos agua propia.”

Teóricamente, la ley favorecería a ciudades como Tijuana, que carecen de fuentes locales de agua adecuadas. Sin embargo, en la práctica, la transición se presenta incierta. En la actualidad, la ciudad depende de un esquema que la nueva legislación podría dejar obsoleto.

La pregunta es urgente: si ya no pueden comprarse derechos al Distrito de Riego 014, ¿cómo cumplirá Tijuana con su demanda anual de agua?

Mientras en las ciudades predomina la incertidumbre, en el campo la preocupación se vuelve explícita. Agricultores de la región advierten que estos cambios podrían limitar su acceso al agua o elevarlo, perjudicando un sector que ya se encuentra en problemas económicos.

El productor de frutos rojos, Luis Ernesto Guevara, lo resume con datos claros:
“Cuando llegué a San Quintín había 20 mil hectáreas sembradas y ahora debe haber alrededor de 6 mil, y eso se debe a problemas de agua.”

La drástica reducción en la superficie cultivada es parte del temor de que una regulación más estricta pueda complicar aún más las operaciones agrícolas en una región donde el agua ya es limitada.

La controversia sobre el futuro del agua ha llevado incluso a manifestaciones. En Mexicali, productores agrícolas bloquearon la aduana como medida de presión, aunque aceptaron levantar el bloqueo temporalmente mientras continúan las negociaciones con las autoridades federales.

Este conflicto refleja lo que está en juego: no es solo un enfrentamiento legal, sino un cambio profundo en la relación entre el campo y la ciudad, en una región donde el agua no abunda.

La nueva Ley de Agua está reconfigurando el balance entre la zona agrícola del valle y las ciudades de la costa. Para Tijuana, el reto es monumental: asegurar su futuro hídrico sin el mecanismo de compra de derechos que la ha sostenido durante décadas.

Para los agricultores, el desafío es igual de grande: garantizar un acceso adecuado a un recurso que ya limita su producción.

El desenlace de esta situación aún es incierto, pero lo que está claro es que esta reforma transformará no solo la gestión del agua, sino también la vida cotidiana de millones de personas en Baja California.